martes, 12 de marzo de 2013

Arte y Realidad

El Turno del Ofendido

 
 


“Un texto sin contexto es pretexto”. Queda claro en la Historia de la Literatura Universal que los autores de los diversos géneros literarios han sido influenciados por el tiempo y el lugar en el que les ha tocado vivir y desarrollar su obra. La literatura siempre ha existido sin importar condiciones sociales, sexuales, religiosas o de procedencia, tanto que los Hermanos Grimm escribieron durante la invasión Napoleónica a su país así como nuestro Roque Dalton escribió aquí, allá y en todos lados, llámese Cuba o la extinta Checoslovaquia. Nos quedamos con el “ofendido” escritor salvadoreño, en 1962 le tocó la hora de hablar y exponernos su punto de vista. “Ahora es la hora de mi turno/ el turno del ofendido por años silencioso/ a pesar de los gritos/ Callad/ callad/ oíd”. Poemario con el que ganó una mención en el certamen de la Casa de las Américas, más que un reconocimiento oficial significa una labor importante para el poeta: la hora de decir lo que tiene que decir.

 


Nos encontramos ante estructuras poéticas que describen dos planos: individual y colectivo. Primero encontramos al poeta como ser humano que siente y actúa en un contexto de represión, exiliado del país luego de ser encarcelado, sus ideas se presentan duramente, sentimientos heridos, planteamientos directos con profundidad en el lenguaje poético, el amor y la muerte. A su vez no puede desligarse del mundo, de los personajes cotidianos, del vecino, del mecanógrafo, del músico, de los que han muerto, de las diferencias entre clases sociales. El poeta plasma a nuestro país de una manera cotidiana y muy autentica. No miente. No escatima, no pondera, no amaga, el dice y denuncia. Cuestiona a los sectores de la sociedad y es franco: “También se vive de matar, lo sabes/ hoy que anda por las nubes hasta el hambre”.  



 

Los regímenes militares de El Salvador iniciaron con Martínez en la década de 1930, en los sesentas se mantenía con el Partido Demócrata Cristiano, donde el terreno político, social y económico se iba preparando para el caldo de masacres que conformó la Guerra Civil. Roque Dalton era un poeta comprometido socialmente: “De las heridas/ me haré cargo yo”. Aunque esta vez desnuda y fragmenta varias piezas de su alma como nunca, encontramos a un poeta que no solo cuestiona las ideologías, los cargos públicos, los intelectuales, la Iglesia, la misericordia de un ser Supremo sino que también ahonda en los sentimientos de una nación, dentro de una noción histórica. 

 

Siempre han existido críticas sobre la influencia de la poesía de Dalton en los escritores posteriores a su muerte, considero que ayuda a conocer la historia de nuestro país, la verdadera, no la de los libros educativos fielmente suavizada. Está claro que su palabra mantiene el aplomo y perdura en el tiempo, aun es vigente para la situación política del siglo XXI. Los jóvenes nos avocamos a su poesía para encontrar el método de una denuncia efectiva. Como en los sesenta, los setenta y todas las décadas, incluyendo la nuestra, existe un disgusto con la plataforma política, social y económica de El Salvador, el aire pesimista, el aliento a falsedad, el trago de hipocresía e indiferencia. Actualmente los jóvenes nos identificamos con este tipo de figuras.

No es difícil enlazar dos tiempos distantes de nuestra historia mal contada, hemos transitado un circulo vicioso, un abismo profundo y repetitivo, las épocas se repiten, cambian los nombres. Siempre están los registros poéticos. En el turno de Roque el ofendido, vemos muestras claras de cómo la poesía y la historia hacen bien su trabajo, como se registran los pasajes más crueles y las imágenes más grotescas. “La historia cuenta lo que sucedió, la poesía lo que tenía que suceder”.

Hay que reconocer que existen muchos ofendidos. En algún momento veremos en el noticiero de la noche a un pelotón de lisiados de guerra en una calle a pleno Sol reclamando sus derechos, un evento en pro de los derechos de la Mujer, la diversidad sexual, las minorías étnicas, vemos muchos ofendidos en la Calle Darío y en la Alameda Juan Pablo II. Ofendidos en las oficinas. Ofendidos que alzan la voz bajo una bandera, ofendidos que buscan el sexo después de la luna, ofendidos los que no hablan y tienen algo que decir. El poeta nos dio empujón, un puntapié con olor a denuncia, el solo “…quería hablar de la vida en todos sus rincones/ melodiosos…” y dejarnos el tesoro de la palabra para no quedarnos callados. Ahora es nuestro turno.
 
 
 
 
 
 
Por Roger Rodríguez.
 


3 comentarios:

  1. ¡Hola! Yo no sabia de este poeta, pero gracias a su entrada puedo conocerlo, y entender más esto de la poesía en la historia, los contextos que marcan una época a la vez se quedan inmortales en las letras de grandes pensadores.

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  2. Hola!
    Pues al igual que Maria O.D yo tampoco tenía conocimiento de este gran activista y poeta. Pero ya mismo busco algo de él, me parece interesante y sublime utilizar la palabra para marcar una epoca, un recodo del mundo para que no muera el pasado, de esa manera se ayuda a evitar la repetición.
    Muchas gracias por la información. Muy buen escrito, con veracidad y coherencia.

    ^^ Ya tengo este blog en mi lista de blogs interesantes. Pasaré a menudo para ver lo que postean ^^

    Saludos!!!

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