Etiquetas
Etiquetas
Decir que no lo hemos hecho en
más de una ocasión sería como rechazar nuestra capacidad de entender la
realidad que nos rodea. Desde muy pequeños, a través del lenguaje clasificamos
o etiquetamos todo lo que el exterior nos ofrece: cosas, personas y situaciones.
El simple acto de discriminar
esto de lo otro nos ayuda a adaptarnos al entorno, como por ejemplo, distinguir
el tipos de vestimenta para cierta ocasión; se etiqueta la ropa de acuerdo su
función. Es decir las etiquetas tienen una función de brindarnos atajos sobre
cómo movernos en ese entorno social.
Pero el objetivo de este artículo
es mencionar que etiquetar como función indispensable del ser humano, a veces
puede generar prejuicios y discriminaciones, influenciados por el tipo de
ideologías formadas por modelos de crianza, presión social, influencia de medios,
etc. Nuestras ideologías siempre son y serán moldeadas por factores sociales.
La sociedad siempre determinará
qué es normal y que no lo es, y nosotros nos moveremos en sus estándares para
formar parte del preciado grupo de normalidad. En ese afán de querer “encajar”
tendemos a señalar lo que se descarrila del camino. Todo sería más sencillo si
la gente se limitara a señalar, pero el prejuicio o etiquetas, como quieran llamarlo
genera una respuesta, una forma de tratar al otro que no cumple con los
requisitos que la sociedad impone.
Es de mucha importancia mencionar
que la utilización de etiquetas puede repercutir a una falsa creencia en la
persona que es dirigida dicha acción.
Un ejemplo clásico a nivel
escolar es la tendencia a atribuir a los niños nominaciones como “violento”, “tímido”,
“mal portado”, “el inteligente”, etc. Esto solo consigue que el niño se sienta
diferente a sus demás compañeros y se estanque en la conducta que lo ha
clasificado como tal.
Podría mencionar un sinfín de
etiquetas como: retrasado, santa, nerd, puta, maricón, tonto, pobre, rico,
violento, loco, etc. Sea cual sea, la gente siempre tendrá un sello para
estamparlo sobre los demás, porque es más sencillo fijarse en el exterior que
en el comportamiento propio.
Entonces ¿Cómo se puede
contrarrestar el uso de etiquetas?
Comprendiendo que cada ser humano
es diferente a otro. Cada uno de nosotros tiene su propia carga genética,
conductual y emocional; producto de influencia del mundo que le rodea.
Por ello antes de levantar el
dedo contra alguien más, sería necesario preguntarnos ¿por qué es así? ¿Qué lo
motiva a hacerlo? ¿Qué hay detrás de esto?
Y finalmente, solo queda decir
que para salir de un esquema como este, es necesario observarnos a nosotros
mismos primero.
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